Ella era una señora joven de 26 años, casada y con un hijo de pecho. Apresada por ser cristiana, no pudo ser persuadida a abandonar su fe.
El procónsul Minitus le ordenó ofrecer incienso a los ídolos. Se negó y fue enviada a un calabozo oscuro habiéndole arrebatado su hijo. Ni los ruegos de su padre ni el llanto de su hijo pudieron hacerla retractarse de su fe. triunfando sobre los sentimientos mas nobles de la naturaleza, con la fe indómita se enfrentó al martirio.
Metida en un costal fue lanzada a las fieras y finalmente fue atravezada por la espada de un soldado compasivo.